sábado, 15 de agosto de 2009

Mejor Práctica Nº 4

Diversificar los Activos

“Tenga cuidado si no sabe adónde va, porque es probable que no llegue.”
Yogi Berra

“¿Quiere un consejo sobre acciones? Por supuesto, usted sueña con enterarse a tiempo del próximo eBay o Google. Pero si quiere un consejo que supere la prueba del tiempo, no haga caso a los rumores. En gran medida, no tiene mucha importancia qué acciones o fondos de inversión compre. Lo que realmente interesa es la asignación de los activos, o cómo divide el dinero entre un menú variado de inversiones.”
Anne Tergesen
(Business Week, 27 de junio de 2005)

La práctica más importante que el inversor debe aprender es la diversificación de activos ajustando las respectivas categorías (acciones, bonos, bienes raíces, efectivo, commodities, etc.) en las diferentes etapas de su ciclo de vida.

Dicho de otro modo, dado que un inversor (o incluso un experto financiero) no puede ni anticiparse a los mercados ni elegir títulos individuales de manera sistemáticamente exitosa, el único factor determinante del riesgo y el retorno que puede ser controlado es la diversificación de activos.

Lisa y llanamente, una inversión concentrada tal como la tenencia de acciones de una única empresa maximiza las posibilidades de obtener un resultado excelente. Por desgracia, al mismo tiempo y debido a la volatilidad que caracteriza a las acciones, también maximiza la probabilidad de obtener un retorno muy bajo, incluso negativo.

El inversor debe elegir entre dos metas posibles: maximizar las posibilidades de volverse rico, o bien maximizar las probabilidades de lograr los objetivos razonables de vivir una vida cómoda y tener un retiro decente. Y estas metas son mutuamente excluyentes.

La inversión no es una ciencia exacta. Un inversor no puede aplicar fórmulas matemáticas para determinar las categorías de activos correctas y las proporciones adecuadas de cada una para su cartera. Existen aspectos de la inversión –por ejemplo, la capacidad y la actitud del inversor con respecto al riesgo– que son extremadamente subjetivos y difíciles de cuantificar.

Hay un proceso de diversificación genérico, mental y práctico, que el inversor puede seguir a fin de determinar la estructura de asignación de activos más adecuada. Proceso iterativo, que se corrige continuamente, y que ayuda a alcanzar la “política de asignación de activos” (policy asset allocation) más adecuada para un inversor en particular.

Correlación.
Para que la diversificación reduzca el riesgo y aumente los retornos, las categorías de activos de la cartera de inversiones deben tener una baja correlación entre sí. O sea, en un determinado escenario económico, político o de mercado, los activos que componen la cartera deberían tener un comportamiento diferente, no sincronizado.

Una cartera bien diversificada es por definición menos riesgosa pues genera retornos menos volátiles que otra compuesta por inversiones que suben y bajan en forma simultánea. En consecuencia, como una menor volatilidad aumenta la base sobre la cual los ingresos futuros se irán acumulando, una cartera diversificada también puede generar mayores retornos.

Activos que no presentan alta correlación: efectivo, acciones, bonos, metales preciosos, monedas. Harry Markowitz: las categorías de activos en una cartera no necesitan estar perfectamente no correlacionadas para que puedan obtenerse los beneficios de la diversificación (reducción del riesgo y mejores retornos). Salvo riesgo sistémico.

Horizonte temporal.
Una vez que el inversor ha seleccionado las categorías de activos razonablemente no correlacionadas entre sí, debe definir el “horizonte temporal” sobre el cual va a mantener la cartera. El “horizonte temporal” es una función de la edad del inversor y, cuanto más tiempo se mantengan activos de alto riesgo (Ej. Acciones), más alta es la probabilidad de obtener mejores retornos.

Claramente, si el inversor está ahorrando para cubrir ciertos gastos específicos en los que se incurrirá en el futuro –Ej. gastos en educación universitaria–, a menos que dichos gastos representen sólo una fracción pequeña de los ahorros del inversor, el dinero no debería invertirse en acciones, pues éstas no garantizan una tasa de retorno positiva en un horizonte temporal tan corto.

Capacidad.
A esta altura, el inversor habrá comprendido cabalmente el tipo de activos que debería contener su cartera de inversiones. Ha llegado el momento, entonces, de comenzar a imponer algunas restricciones a la estructura de asignación de activos construida bajo aspectos relacionados con la “correlación” y el “horizonte temporal” del inversor.

La situación económica y financiera del inversor son factores importantes que pueden imponer modificaciones a la cartera de inversiones hasta ahora “ideal” para dicho inversor. Esto incluye los ingresos que obtiene fuera de sus inversiones y su capacidad financiera para hacer frente a los reveses que pudiera sufrir. La capacidad del inversor para hacer frente a las pérdidas, aunque sean temporarias, se encuentra muy relacionada con la edad.

Temperamento.
El proceso de diversificación concluye con una evaluación del temperamento del inversor. La personalidad del inversor determina su actitud y su tolerancia al riesgo y, en consecuencia, su predisposición a aceptar los mayores riesgos normalmente asociados con retornos superiores al promedio.

El proceso de selección de activos con una correlación razonablemente baja, teniendo en cuenta el horizonte temporal del inversor y su capacidad para hacer frente a reveses financieros, ahora debe ponderarse con respecto a la cuestión plenamente subjetiva de la actitud del inversor ante el riesgo. La clave es cuál es la composición de la cartera que le permite al inversor dormir tranquilo.

El proceso de diversificación postula que si el inversor es joven y tiene una ocupación laboral que le proporciona un ingreso sustancial, debería asignar una parte importante de sus ahorros a activos volátiles, por ejemplo, acciones. Pero esto requiere que el inversor posea el temperamento para mantenerse fiel al programa de inversión a pesar de las subas y bajas de los mercados de acciones.

Nadie puede realmente ayudar al inversor a definir su nivel de tolerancia al riesgo. La mayor ventaja de una cartera eficientemente diversificada puede ser de índole psicológica en el sentido de que el inversor posee una exposición limitada a cualquier categoría de activos o mercado particular. Citando a Don Quijote, el inversor “nunca debería poner todos sus huevos en una sola canasta”.

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